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Dermatitis y hongos en la piscina. Como prevenirlo

Uno de los problemas de bañarse en las piscinas es la exposición a las grandes concentraciones de cobre de sus aguas. El fuerte poder desengrasante del cloro favorece la aparición de xerosis o piel seca. La dermis se muestra agrietada, frágil y con pequeñas escamas, sobre todo… en los labios, los brazos y las piernas. También es frecuente la aparición de picor, a la vez que se elevan las posibilidades de sufrir infecciones por hongos o bacterias.

Calor y humedad son caldo de cultivo para las micosis (infecciones por hongos). Se contagian por contacto del cuerpo desnudo con el borde de la piscina, zona de duchas o toallas. Las micosis son contagiosas, contumaces y pueden convertirse en crónicas. Se manifiestan con unas manchas blanquecinas que aparecen en la superficie de la piel, constituyendo la pitiriasis versicolor. Otros tipos de hongos dan lugar al denominado pie de atleta, una de las infecciones micóticas más frecuentes, sumamente contagiosa. Este hongo provoca lesiones en forma de piel descamada o macerada, vesículas o áreas de color rosáceo situadas entre los dedos de los pies, y que se acompañan de picor intenso.

También en los pies puede aparecer el papiloma plantar, cuyo contagio se produce al pisar descalzos zonas próximas al agua, y que provoca la aparición de una verruga de forma plana en la planta del pie que provoca molestias al caminar.

Bañarse comporta otros riesgos: lesiones de médula, mordeduras y picaduras, hongos …

Para evitar lesiones medulares en las zambullidas, comprobemos la profundidad del agua y saltaremos con los brazos extendidos hacia delante

Picaduras, mordeduras en Playas…

Medusas.
El contacto de las medusas con nuestra piel causa lesiones en forma de edema o gran inflamación, junto con una sensación de intenso picor. Posteriormente se forman unas vesículas de coloración violáceo muy dolorosas. Esas picaduras se infectan con facilidad, por lo que se deben tratar adecuadamente. Tras lavar la zona afectada con amoniaco o alcohol, un analgésico calmará el dolor y una pomada antihistamínica aliviará el picor y la hinchazón. Si el cuadro alérgico se agrava, hay que consultar inmediatamente con un médico.

Erizos de mar.
Los erizos de las costas españolas no son venenosos. El principal inconveniente de las lesiones causadas por erizos radica en la fragilidad de la punta de sus púas, ya que una vez dentro de la piel se parten y se quedan incrustadas. Ante una lesión causada por uno de esto animales marinos, no se debe apoyar el pie en el suelo para evitar que la espina se rompa, y si no lo ha hecho ya, para que duela menos. Tras desinfectar la zona, se han de extraer las púas con unas pinzas de punta estrecha, ya que de lo contrario pueden provocar una infección en la piel afectada. En tal caso, se debe acudir al médico para la cura adecuada de la herida y la posible administración de antibióticos.

Arañas de mar.
En nuestras costas existen varios tipos, aunque la más habitual es la araña pequeña (también llamada víbora del mar), que pica a los bañistas que la pisan sin que éstos se percaten de ello. Su veneno es dañino para el sistema nervioso y causa un gran dolor en la zona afectada, además de una inflamación que se extiende por toda la extremidad (brazo o pierna) donde se localiza la picadura y que puede durar varios días. Los síntomas alcanzan el máximo punto de dolor a los 60-90 minutos. La picadura puede necrosarse (muerte del tejido) y sobreinfectarse con gérmenes.

Su veneno es termolábil, se destruye con el calor, por tanto el mejor tratamiento consiste en sumergir la zona afectada en agua muy caliente durante 60-90 minutos, además de tomar analgésicos para el dolor, antihistamínicos para el picor y corticoides para la inflamación.

Anfibios: salamandra y sapos.
La salamandra común y muchas variedades de sapos (sapo verde, sapo común, ranita de San Antonio), son habituales en España.

Su piel secreta una sustancia tóxica y muy irritante, por lo que se deben lavar las manos tras tocar a uno de ellos. Al entrar en contacto con la piel o mucosas, se produce una mucositis o inflamación de las mucosas afectadas, o una conjuntivitis si se afecta la conjuntiva del ojo. Si se ingiere esa sustancia accidentalmente, aparece un cuadro que consiste en náuseas, vómitos, dolor abdominal y, en los casos severos, hipotensión, bradicardia y síndrome confusional.

El tratamiento consiste en lavar con abundante agua la zona de contacto. Hay antídotos, como la atripona.

Problemas en el agua…

Corte de digestión.
Se trata de un shock provocado por la diferencia térmica entre el cuerpo de la persona y las frías aguas de mares, ríos o piscinas. Practicar ejercicio intenso, sudar abundantemente o exponerse al sol, cuando éstos tienen lugar antes del baño, son factores que favorecen el corte de digestión. Pero es durante la digestión cuando el proceso se agrava, porque una parte importante de la sangre circula por el estómago y los intestinos en detrimento del riego sanguíneo de otros órganos. Para evitarlo, báñese una o dos horas después de las comidas, entre progresivamente en el agua para habituar al organismo a la nueva temperatura y evite las bebidas muy frías y los ejercicios violentos antes del baño.

Tragar agua.
Cuando alguien ingiere una buena cantidad de agua en el mar, en un río o en la piscina, para ayudarle hay que recostarle boca abajo y propinarle unos golpecitos secos en la espalda. Si la víctima tose o siente náuseas, es conveniente provocarle el vómito para que elimine todo el líquido ingerido. Si el afectado no reacciona, debe ser conducido de inmediato a un puesto de socorro.

Calambres musculares.
Constituyen un auténtico peligro para el nadador, ya que el espasmo doloroso deja sin control los músculos afectados y dificulta mantenerse a a flote. Al primer síntoma debemos dirigirnos hacia la orilla sin forzar el músculo y ejerciendo presión con una mano o con la otra pierna, para intentar frenar el espasmo.

Los calambres se alivian estirando el músculo hacia delante, mientras se flota haciendo el muerto, y llevando hacia nosotros la pierna o el brazo afectados.

Se recomienda, a quien sufre calambres habitualmente, la toma regular de sal y magnesio.

Consejos Prácticos…

Conviene calzarse unas chanclas o zapatillas de goma para pisar sobre los lugares húmedos, sobre todo en los que el sol no incida directamente.
Una ducha antes y después de bañarse en una piscina ayuda a eliminar gran parte del cargamento de gérmenes que todos portamos.
Hay que procurar secarse bien después de un baño, poniendo especial cuidado en los espacios interdigitales de los pies y en los pliegues de la piel.
Vigilar el exceso de sudoración. Este es otro de los factores que contribuyen a la generalización en verano de esta afección. Para las personas con mayor volumen de sudor existen productos farmacéuticos anti transpirantes como las sales de aluminio en spray y otros muchos en polvo o crema que disminuyen la humedad. Sobre todo para quienes sudan demasiado es aconsejable llevar calzado que facilite la transpiración y calcetines de algodón.
Muchas personas son portadoras de hongos y no lo saben ni los desarrollan hasta que encuentran el ambiente propicio. Suelen hallarse entre el cuarto y quinto dedo del pie (el pequeño y el contiguo), donde es frecuente que haya algo de descamación y grietas. Cuando se dan las condiciones apropiadas puede sobrevenir una infección con aparición de sintomatología a partir de los hongos existentes previamente. Si se produce picor, enrojecimiento o maceración (ablandamiento de la zona) habrá que acudir al especialista.

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Tanto el médico de cabecera, como el podólogo puede prescribir los anti fúngicos precisos pero habrá que valorar la conveniencia de acudir al dermatólogo. El especialista de la piel es el más cualificado para identificar si se trata efectivamente de hongos, ya que sus manifestaciones varían; pueden ir desde cambios en el olor corporal a modificaciones en la queratina, y a veces pueden confundirse las infecciones causadas por dermatofitos (hongos que crecen en la piel de forma similar al moho) con otras producidas por levaduras y bacterias, inmunes al tratamiento anti hongos.
Si un paciente es propenso a las infecciones por hongos, es decir, si ya ha sufrido micosis alguna vez, debe estar atento a una posible reaparición. Es importante que haya tratado también su calzado con productos funguicidas. No es necesario tirar los zapatos por que se haya tenido hongos. Lo que sí es preciso, según los expertos, es caminar con ese calzado y utilizarlo mientras se aplican los tratamientos, incluso impregnarlos de esos polvos para que penetren bien en la piel y en el material del zapato.
Si alguien ha contraído hongos ha de iniciar cuanto antes el tratamiento. En la mayoría de las ocasiones es suficiente con un tratamiento tópico. Si son hongos superficiales, es decir, que han atacado a la piel sin llegar al folículo piloso, será suficiente aplicar un tratamiento de un mes a dos meses y medio. Sin embargo, si la infección micótica afecta al folculo sebáceo o a las uñas, erradicar estos hongos puede costar más de un año.
Los hongos son muy contagiosos. La persona que los ha contraído debe evitar intercambiar su calzado, toallas y calcetines para evitar la transmisión. De igual modo deberá tener cuidado de no “auto transportarlos” al rascarse, por ejemplo, entre los dedos de los pies y luego en las manos, las ingles etc. Podría extender esa pequeña plaga.

¿Y quiénes tienen un mayor riesgo de contraer hongos? Los niños, porque andan más tiempo descalzos y se secan peor los pies, y las personas jóvenes y de edad mediana, porque frecuentan más las instalaciones deportivas en las que abundan estos microorganismos y utilizan con más frecuencia calzado oclusivo.

Fuente: revista Consumer.es

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